sábado, 2 de mayo de 2015

BILDERBERGIANOS



Dr. Antonio A. Hage Made

         ¿Quienes son esos bilderbergianos (permitan el palabro que utilizamos genéricamente para denominar no solo a los componentes del club Bilderberg sino también a integrantes de otras Sociedades, secretas o no, con estructuras y pretensiones parecidas) que -según cuentan- se han arrogado la dirección del Mundo?  

         ¿Quienes, por el hecho de pertenecer al grupo, creen -según los que les han investigado- que pueden mandarnos y dirigirnos disponiendo de nuestras vidas y de nuestras haciendas?

         Son, lo diremos en pocas palabras, reducidos grupos, generalmente influyentes y poderosos que, benefactores según ellos, tratan de imponer un Nuevo Orden a la Humanidad para que ésta alcance un adecuado y merecido bienestar.

         Pero son, según cuentan quienes les han investigado cuidadosamente, asociaciones ilegítimas que pretenden el poder con el fin de organizar a la sociedad -al mundo en realidad- en su provecho e interés porque se consideran seres superiores, privilegiados, que gozan de esa regalía.

         Dos concepciones contrapuestas, como se ve, de una misma realidad que para unos es puramente altruista, desinteresada, benefactora y, para otros, ilegítima, espuria e interesada forma de hacerse con el poder mundial.    

         La realidad de esas Organizaciones no admite dudas porque existir ¡existen! pese a que la mayor parte de nosotros nunca hemos tenido conocimiento claro de ellas; o no nos las hemos tomado en serio; o desconocemos su doctrina y sus objetivos últimos o, lo que es peor aún, dudamos que sean las detentadoras globales del poder pese a que -según cuentan quienes las han estudiado- ya han planificado el mundo a su antojo marcando los límites por dónde, en qué momento y en qué dirección debemos movernos los seres humanos corrientes.  

         Seres humanos corrientes, que vamos a pagar cara nuestra falta de información si no respondemos adecuadamente ante unas organizaciones implacables que desde su
prepotente y vil atalaya nos han tomado por lacayos de fácil manejo.

         Hasta tal punto son así las cosas, que -según se cuenta- ya han dictado su última y más inhumana consigna: la de acabar con los ancianos, con los enfermos crónicos y con los llamados “dependientes” porque ninguno de esos colectivos se valen por sí mismos, porque no producen nada y porque constituyen una onerosa carga que no debe ser asumida por el resto de la sociedad.

         Muchos hemos decidido -si las cosas fueran como los indagadores del asunto aseguran que son- resistir enfrentándonos a tan bien organizados y poderosos grupos. Personalmente, me planto, si es preciso en solitario, porque, provecto, veo que pueden venir a por mí. Aunque lo haga, en esencia, porque no me gusta una sociedad funcionando bajo lo que estimo una atroz norma de convivencia que pretende prescindir no solo del cuerpo sino también de lo más excelso del ser humano: de su mente que, cuando no degenera, enriquece y da auténtico sentido a la vida ya que es en ella donde reside lo fundamental del hombre (utilizando el colectivo genérico hombre en su acepción académica)        

         Con lo ya expuesto, podemos hacernos la siguiente pregunta ¿puede la Sociedad cómo tal permitir el expolio del hombre por sus semejantes manteniéndose sorda y ajena a tan grave asunto? ¿Habrá permanecido en esa postura por desconocimiento e incredulidad de lo que venia urdiéndose a sus espaldas aun cuando los hechos fueran tan demostrativos? ¿Lo habrá hecho por razones nada claras, en cualquier caso interesadas? ¡Quis novit!

          El club Bilderberg es, como poco, una de las diez sociedades secretas más importantes del mundo. Decimos “como poco” porque al tratarse de sociedades secretas no sabemos cuantas en realidad pueden existir. Las otras nueve -tomamos una  de las diferentes enumeraciones conocidas- son: los Iluminati, la Orden Martinista, el Opus Dei, los Masones, Rosacruz, los Templarios, Skull & Bones, El Priorato de Sion y los Magios. Aunque, con seguridad, hay otras muchas más.

         Del Club (que toma su nombre del hotel Bilderberg, situado en Holanda, en Dosterbeck, donde se celebró en 1954 la primera reunión del Grupo) se dice que no es exactamente una sociedad secreta, que es un club, sin más. Si así fuera, nos preguntamos, por qué en torno a él giran, íntimamente integrados, una constelación de centros de poder que incluye a Gobiernos y a Instituciones Supranacionales, caso de la Comisión Trilateral, el Fondo Monetario Internacional, el Club de Roma, el Foro Económico Mundial de Davos y otros dirigidos a su vez por minoritarios y seleccionados grupos de personas.

         Estamos, como se va viendo, basando nuestro trabajo, por un lado, en lo que dicen los detractores y, por otro, en lo que afirman los creadores de las diferentes y numerosas Organizaciones más o menos secretas. Esto es así, por qué ¿se puede hablar con rigor de un asunto que trata de ser mantenido en un arcano insondable y cuando, según axioma, los trabajos de una logia secreta solo alcanzan su finalidad si permanecen secretos?

         Partiremos para nuestra exposición de verdades evidentes que no necesitan de mayores explicaciones. Estas son:

         Que la creación y dirección de las agrupaciones de que hablamos están en manos solo de personas notables, influyentes por lo general, ricas, poderosas que ocupan un lugar destacado dentro de la política, la economía, la aristocracia o el poder militar. Que “cualquiera” no puede formar parte de las mismas. Que sus reuniones son estrictamente secretas hasta el punto de que nada que tenga valor intrínseco trasciende desde ellas al resto de los mortales. Que sus deliberaciones concluyen en consignas concretas que han de ser cumplidas. Que un pequeño grupo, integrante de las mismas, son instituciones financieras y bancos centrales que ejercen desde la sombra una enorme influencia sobre la economía internacional agrupadas como están bajo el manto del Banco de Pagos Internacionales; “banco central de los bancos centrales”. Que el poder político, mientras no se demuestre lo contrario, está siempre necesariamente subordinado al poder económico. Que estas asociaciones de poder, de las que conocemos solo sus nombres, no han podido librarse de la sospecha de ser agrupaciones conspiranoides. Que en sus reuniones anuales invitan a un número indeterminado y diferente de personalidades, accidentales asistentes, no pertenecientes al “núcleo duro” del Club.
   
         Nada de esto son conjeturas. Son evidencias que se corresponden con  la realidad y que cualquiera puede comprobar a poco que profundice en el asunto.

         Frente a esas “realidades evidentes”, existe el fehaciente testimonio de autores (nosotros hemos recogido los de C. Martín Jiménez, D. Estulin y T. Meyssan) que hablan abiertamente de “otras verdades evidentes” -indagadas por ellos- que, dirigidas por personas a las que ponen nombre y apellido, predican y quieren que se cumplan sus objetivos, sus consignas, basadas en un implacable, interesado e inhumano control sobre el resto de sus congéneres a los que desean llevar a un Nuevo Orden Mundial establecido bajo unos parámetros -que se exponen a continuación y que conviene leer detenida y cuidadosamente- que representan la caprichosa, arbitraria e inhumana postura de quienes sin avales en “valores superiores morales o científicos” pretenden inmiscuirse, mandando, en una sociedad que lleva mucho tiempo buscando por su lado la verdad, la trascendencia, la esencia de su propia naturaleza.

         Las investigaciones de los autores citados, y de otros coincidentes, afirman y acusan a los detentadores del Nuevo Orden -quienes naturalmente lo niegan- de querer dominar y dirigir el Mundo bajo los siguientes 15 postulados:

  1. Un solo gobierno planetario, con un único mercado globalizado, con un solo ejército y una única moneda, regulada por un Banco Mundial.
  2. Una iglesia universal, que canalice a la gente hacia los deseos del Nuevo Orden Mundial. El resto de las religiones serán destruidas.
  3. Unos servicios internacionales que completarán la destrucción de cualquier identidad nacional a través de su subversión desde el interior. Solo se permitirá que florezcan los valores universales.
  4. Un control de toda la humanidad a través de medios de manipulación mental, tal y como está descrito en el libro Technotronic Era (Era Tecnotrónica), de Zbigniew Brzezinski, miembro del Club. En el Nuevo Orden Mundial no habrá clase media, solo sirvientes y gobernantes.
  5. Una sociedad postindustrial de “crecimiento cero”, que acabará con la industrialización y la producción de energía eléctrica nuclear (excepto para las industrias de los ordenadores y servicios). Las industrias canadienses y estadounidenses que queden serán exportadas a países pobres como Bolivia, Perú, Ecuador, Nicaragua, etc., en los que existe mano de obra barata. Se hará realidad, entonces, uno de los principales objetivos del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte).
  6. El crecimiento cero es necesario para destruir los vestigios de prosperidad y dividir a la sociedad en propietarios y esclavos. Cuando hay prosperidad, hay progreso, lo cual hace mucho más difícil la represión.
  7. Cabe incluir en ello la despoblación de las grandes ciudades, según el experimento llevado a cabo en Camboya por Pol Pot. Los planos genocidas de Pot fueron diseñados en Estados Unidos por una de las instituciones hermanas de Bilderberg, el Club de Roma.
  8. La muerte de cuatro mil millones de personas, a las que Henry Kissinger y Davis Rockefeller llaman bromeando “estómagos inservibles”, por medio de las guerras, el hambre y las enfermedades. Esto sucederá hacia el año 2050. “De los dos mil millones de personas restantes, 500 millones pertenecerán a las razas china y japonesa, que se salvarán gracias a su característica capacidad para obedecer a la autoridad”, es lo que afirma John Coleman en su libro “Conspirators´ Hierarchy: The Story of the Committee of 300”. El doctor Coleman es un funcionario de inteligencia retirado que descubrió un informe encargado por el Comité de los 300 a Cyrus Vance “sobre cómo llevar a cabo el genocidio”. Según la investigación de Coleman, el informe fue titulado ”Global 2000 Report”; aprobado por el presidente Carter, en nombre de los Estado Unidos y refrendado por Edwin Muskie, secretario de Estado”. Según este informe, “la población de Estados Unidos se verá reducida a 100 millones hacia el año 2050”.
  9. Crisis artificiales para mantener a la gente en un perpetuo estado de desequilibrio físico, mental y emocional. Confundirán  y desmoralizarán a la población para evitar que decidan su propio destino, hasta el extremo de que la gente “tendrá demasiadas posibilidades de elección, lo que dará lugar a una gran apatía a escala masiva”.
  10. Un férreo control sobre la educación con el propósito de destruirla. Una de las razones de la existencia de la UE (y la futura Unión Americana y Asiática) es el control de la educación para “aborregar” a la gente. Aunque nos resulte increíble, estos esfuerzos ya están dando “buenos frutos”. La juventud de hoy ignora por completo la Historia, las libertades individuales y el significado del mismo concepto de libertad. Para los globalizadores es mucho más fácil luchar contra unos oponentes sin principios.
  11. El control de la política exterior e interior de Estados Unidos (cosa ya conseguida a través del gobierno Bush), Canadá (controlada por Inglaterra) y Europa (a través de la Unión Europea).
  12. Una ONU más poderosa que se convierta, finalmente, en un Gobierno Mundial. Una de las medidas que conducirán a ello es la creación del impuesto directo sobre el “ciudadano mundial”.
  13. La expresión del TLCAN por todo el hemisferio occidental como preludio de la creación de una Unión Americana similar a la Unión Europea.
  14. Una Corte Internacional de Justicia con un sólo sistema legal.
  15. Un estado del bienestar “socialista” donde se recompensará a los esclavos obedientes y se exterminará a los inconformistas y alborotadores.

         Propuestas que, grosso modo, ponen en evidencia:

         El cercenamiento progresivo de las soberanías nacionales y su transferencia a instituciones de carácter oligárquico y transnacional.               
  
         El dominio del hombre por el hombre hasta convertirlo en esclavo cuando previamente lo ha manipulado mediante bajos y oscuros intereses llevándolo a la
pérdida del sentido de la individualidad. Al vaciado de su alma de cualquier impulso generoso e idealista. A la  traición a sus íntimas creencias y al amor de aquellos a quienes ama.  



         La convicción de que son los líderes económicos y los grandes empresarios  quienes ejercen presión sobre los políticos para hacer valer sus propios intereses.

         La utilización de la fuerza para rematar al débil a quien conciben, primero, sin derecho a pensar, a disentir, a opinar; para, luego, negarle el derecho a existir.

         El tremendo error de ir al crecimiento cero y a la despoblación sin reparar que el hombre, sea cualquiera su categoría, es, por sí mismo, no solo un bien supremo de la naturaleza, es una necesidad para que la vida continúe y que si ésta se reduce drásticamente en su número terminará llevándose por delante también a los poderosos. ¿O piensan esos futuros “amos del mundo” que el trabajo de “los esclavos” -escasos al haber sido ser diezmados- van a realizarlos los artilugios mecánicos, los robots?

         Ante este panorama -que rememora a Gran Hermano- estamos perplejos, expectantes, confusos, como hombres corrientes que somos. Sin saber con seguridad que hay detrás de todo lo expuesto. Por qué, nos preguntamos, ¿vamos a ponernos en las manos “benefactoras” de los  futuros detentadores de todo el poder que quieren arruinar la vida del hombre corriente? O, sensu contrario, vamos a intentar que la vida del hombre siga su curso normal sin interferencias en su evolución natural.  

         Por si acaso, y porque los años nos han permitido ir conociendo a nuestros semejantes y a la sociedad en que vivimos, nos hemos puesto en guardia haciendo nuestras las jocosas pero gráficas palabras atribuidas a un conocido y brillante representante de nuestra transición política cuando dijo: “todos al suelo que vienen los nuestros”. Pues, eso ¡todos preparados ante lo que nos llega!  

         Mucho hemos meditado sobre el asunto que venimos tratando. Incluso, hemos pensado en constituirnos también en agrupación, como las espurias existentes, aunque con otra finalidad, con la de alcanzar el poder para con él ser real y auténticamente benéficos, claros, sin oscurantismos y, por ende, defensores del hombre corriente; en una palabra, de la Humanidad.

         Pero, esa meditación nos ha llevado a la penosa conclusión de que un grupúsculo más no es operativo. Que solo una idea, un sentimiento, que parta de lo más profundo del ser humano, puede salvar a la civilización actual a la que vemos huérfana de valores, con poco vigor y claudicante.  

         Aunque nada de lo que está pasando es nuevo en la vida del hombre. La Historia nos demuestra cómo ha existido siempre el afán de la sociedad por constituirse en estratos diferenciados donde unas personas, generalmente más ricas, sojuzgan a otras esclavizándolas, incluso, mediante el poder que da el dinero.

         La sociedad ha aceptado esa realidad aunque viendo -sorprendida y esperanzada- cómo en su seno, ocasionalmente, surgen seres -conocidos o anónimos- que revierten lo establecido alcanzando éxitos -pasajeros o definitivos- que permiten un alto temporal en el camino para indicarle al hombre corriente que hay otra forma de vivir. Han sido estos, destacados congéneres (eruditos, sabios, incluso honestos adalides militares) que en todos los tiempos han retomado temporalmente el curso de la Historia para enseñarle a la gente por donde debe transitar y bajo que principios inalienables debe vivir evitando dejarse gobernar -mejor diríamos conducir- por falsos profetas que no respetan la igualdad de los seres humanos. Es más, en alguna etapa ocasional de la vida -excepcional por otro lado- una sola persona ha conseguido convulsionar y cambiar el rumbo de la misma tras una decidida intervención fruto de una superior vivencia personal difícilmente entendible por el resto de los mortales. El mundo deja en esos casos lo cotidiano vislumbrando, entonces, nuevas, diferentes, trascendentales perspectivas. Estamos haciendo alusión, como se entiende, a personajes que cómo Jesucristo, Buda, Confucio, Mahoma, han dado un vuelco total en un momento dado a la existencia material de los hombres llevándoles a un más allá que les trascienda dando sentido a sus efímeras vidas terrenales permitiéndoles mantenerse en el vigor, en la ilusión, en la esperanza.
         Pero, todo eso es pura Metafísica con escasa cabida en el presente trabajo donde tratamos de poner en evidencia qué es necesario escapar de quienes quieren ordenar nuestras vidas mandando en ellas y haciéndonos, al parecer, sumisos esclavos de sus infames tramas por lo que aconsejamos, como sucinto resumen, profundizar en la propia existencia ya que es en ella donde podemos encontrar el particular asidero que nos permita afirmarnos en nuestro propio aunque efímero destino.

         Perseveremos, pues, aunque sea individualmente, en el enfrentamiento a los grupos de poder que, no solo llegan, sino que nos acosan. A las numerosas agrupaciones más o menos secretas que a semejanza de un Gran Hermano pretenden detentar todo el Poder Mundial para hacernos sus esclavos sin percatarse que el hombre corriente es más fuerte y tiene más valores morales de lo que ellos piensan.